Hace unos meses entré
por casualidad en una tienda de motos que estaba en un polígono industrial
perteneciente a la localidad de Cabrils de Mar, a unos 30 kilómetros de
Barcelona. Era una nave amplia donde se repartían con orden los espacios del
taller y las zonas de exposición y accesorios, mostrando claramente que el
negocio estaba orientado hacia la moto de campo, enduro y cross. No me acuerdo
qué buscaba pero encargué algo y al dar mi nombre, el que parecía el propietario
me miró con cara de sorpresa y me dijo: “!Pero si yo te he escrito en tu blog¡.
!Soy Danny Van Der Berg, el nieto de ...Carl Rod!.Te escribí agradeciéndote lo
que escribisteis sobre mi abuelo”.
El que se sorprendió entonces fui yo porque ni
remotamente me imaginaba en aquel sitio volver, aunque fueran unos instantes,
al mundo de las carreras ...!de la década de los años sesenta!. En aquel
momento había en un banco una moto en marcha dejando salir un bonito sonido de
escape abierto, pero, aún cerrado los ojos, en medio de aquel gran espacio, me
hubiera sido imposible situarme en el viejo y estrecho taller de Karl
Rod. (Solía aparecer su nombre en las listas de inscritos encabezado
indistintamente con la K o con la C). Su taller de reparaciones estaba situado
en la calle Riera de San Miguel, de Barcelona, casi tocando al popular barrio
de Gracia de Barcelona.
Con la BMW sidecar en el momento de la salida |
Pues efectivamente,
le dediqué unas líneas que andan en este blog en alguno de los primeros
capítulos de "Mis queridos fantasmas 2", (repito algo del artículo)
porque fue uno de los asiduos pilotos que solían competir en las muchas subidas
cronometradas individuales que se celebraban especialmente en Cataluña y en las que, je, je, incluso yo tomé parte en
alguna con cierto éxito. (Al menos, gané una y eso que el segundo y tercer
clasificado eran campeones de España de velocidad).
Lo conocí bastante
bien porque muchos de esos años mi padre y yo fotografiábamos esas
carreras y vendíamos las fotos, además de a los periódicos y revistas de motor,
a los propios pilotos, así que muchos lunes aparecía con las copias bajo el
brazo en el local de Carl Rod. En el despacho de su nieto Danny pude ver dos o
tres álbumes de esas imágenes que reconocí además de alguna de José Cots y
otras personales. He extraído las que veis.
PILOTOS DE CINE
Los mejores pilotos
de la época, mediados de los 60 eran, ¡cómo no!, Ricardo Fargas, que corría con
Ducati y al que se ha denominado “El rey de la montaña”; Carlos Giró, que lo
hacía con Ossa, un tipo simpático y muy agresivo pilotando y que se alternaba
los triunfos con Fargas. Habían otros de
nivel altísimo como Juanjo Rodés, con Bultaco; Grau, con Derbi; Blanc y
Busquets, con Montesa, y..ufff bastantes
más porque la lista es larga. Fargas, además, impresionaba enfundado en su mono
negro porque tenía un físico de galán duro de película del Oeste.
Al hilo de las posibilidades cinematográficas de Ricardo,- y ahora viene nuestro amigo -, participó otro “ducatista” que podía tener papel en la “peli” aunque fuera de secundario junto a Fargas. En realidad podía hacer de su padre.
Veterano, pero muy veterano, de aspecto curtido, pero muy curtido, figuraba en las listas de inscritos de las carreras con un nombre muy germánico y contundente: Karl Rod.
Al hilo de las posibilidades cinematográficas de Ricardo,- y ahora viene nuestro amigo -, participó otro “ducatista” que podía tener papel en la “peli” aunque fuera de secundario junto a Fargas. En realidad podía hacer de su padre.
Veterano, pero muy veterano, de aspecto curtido, pero muy curtido, figuraba en las listas de inscritos de las carreras con un nombre muy germánico y contundente: Karl Rod.
La lástima es que Carl no solía estar entre los primeros pero no se le podía pedir más ya que debía rondar los 50 y pico años compitiendo con chavales muy jóvenes. En su taller de la Riera de San Miguel, que todavía existe, como digo, yo entraba a menudo.
Vestía un impecable y recién planchado mono azul, aunque casi siempre impartía severas y autoritarias órdenes a sus dos empleados y por eso, y por lo dicho anteriormente, mi imaginación me llevaba a pensar en lo duro y truculento que debía haber sido el pasado del teniente Karl. Es que siempre me lo imaginé luchando en las trincheras de Normandía, durante la segunda guerra mundial, hasta que un día uno de sus mecánicos, que le tenía manía, mientras trataba de mover las motos en el espacio imposible de un estrechísimo taller, me dijo que de aquello nada, que se llamaba CARLos RODríguez, y que se ponía ese seudónimo para que no se enteraran en su casa de que corría en moto. Para mí, toda una gran decepción.
En un buque de la armada republicana (De pie segundo a la derecha)
Eso era lo que
escribí, porque de aquel aspecto duro de guerrero con 7 vidas que siempre me
quise creer en su pasado anterior, me enteré allí mismo, en el taller VDB
Racing de Cabrera… ¡que fue cierto¡
-¡Siiiiii....,su vida fue siempre una aventura ¡¡Más que las trincheras que pones¡ ,me dijo su nieto Danny.
-¡Siiiiii....,su vida fue siempre una aventura ¡¡Más que las trincheras que pones¡ ,me dijo su nieto Danny.
UNA FAMILIA MOTERA
Hablé con Mónica
Vicente, la mujer de Danny, y ya de entrada me explicó que se conocieron en una
gira porque ella era !acróbata motociclista! en un espectáculo contratado. . Ellos
y su hijo Tyler apadrinan a Yago Martínez,
un chaval al que vieron con muchas posibilidades de campeón que forma ya parte
de la familia como uno más y que compite en los campeonatos de España y de
Europa de 85cc de motocross. Todos juntos y como en los bolos del circo, los
fines de semana meten las motos en una autocaravana y toman la dirección hacia
el circuito que toque.
Karl Rod con sus mecánicos delante del taller |
Lo de dar vueltas, ahora aquí, ahora allá, debe venir del legado del abuelo, aunque éste no lo paso nada fácil en su vida. La que me ha contado la historia es la hija del veterano piloto, Ester Rodríguez. Y así la cuento.
Los padres de Carl eran una familia de
emigrantes andaluces que se instalaron como pudieron en Barcelona allá por los
años 20 del siglo pasado. La terrible gripe que azotó España en esos tiempos
–no habían medicamentos entonces para combatirla- se llevó al cementerio a 9
personas de la familia, dejando huérfanos a Carlos y tres hermanos pequeños, todos
niños de poca edad. Los metieron en un orfanato, San José de la Montaña, porque
la familia restante no disponía de recursos.
Tengo bien fresco en
mi recuerdo que yo jugaba cerca de allí, en el ahora famoso Parque Güell,
atiborrado de turistas, pero tengo que decir que hace muuuchhoossss años todo aquello era mío y de unos cuantos
amigos. Carlos y sus hermanos lo
pasaron muy mal en ese orfanato, que
físicamente aún existe, y vistas las desdichas vividas en aquel establecimiento
saltaba la valla un día sí y el otro también para conseguir más alimentos para
sus hermanos. Pero al final acabo escapándose y dando tumbos de aquí para allá
acabo enrolándose en la Legión, primero, e ingresando después en la marina
republicana, en un submarino de los escasos que tenia la Armada a punto de
estallar la guerra civil. Me cuenta
Esther algunas anécdotas de su padre en Cartagena y de cómo, ya en plena
guerra civil, en un ataque aéreo se tuvo que lanzar al agua ya desde otro barco
a buscarse la vida en tierra.
Entre noches al raso, metralla y flautas se metió o lo metieron de mecánico tanquista y ¡cómo no!, fue tiroteado en algún lugar por la aviación alemana, cayendo en una zanja con su compañero muerto al lado y aunque a él no le ocurrió nada se llevó para toda la vida una claustrofobia crónica importante que no pudo superar nunca, según contó la esposa de Carlos Rodríguez, Clemen Piquer.
Entre noches al raso, metralla y flautas se metió o lo metieron de mecánico tanquista y ¡cómo no!, fue tiroteado en algún lugar por la aviación alemana, cayendo en una zanja con su compañero muerto al lado y aunque a él no le ocurrió nada se llevó para toda la vida una claustrofobia crónica importante que no pudo superar nunca, según contó la esposa de Carlos Rodríguez, Clemen Piquer.
Esta señora
justamente falleció hace un par de meses.
Carlos tenía 23 años y como todos en una guerra adquirió un gran olfato de supervivencia, así que en un momento, acabándose ya la guerra, se planteó la pregunta de muchos millones de personas. O ser héroe, pero cadáver seguro, o pasarse al otro lado. Y se pasó.
Carlos tenía 23 años y como todos en una guerra adquirió un gran olfato de supervivencia, así que en un momento, acabándose ya la guerra, se planteó la pregunta de muchos millones de personas. O ser héroe, pero cadáver seguro, o pasarse al otro lado. Y se pasó.
La familia Van Der Berg en su tienda VDB |
Luego, en los años
cincuenta, realizaba trabajos mecánicos. Fusionó y vendió un coche a partir de
dos vehículos hechos polvo al entonces
alcalde de Barcelona y también fue conductor de autobús en la ciudad hasta que
un día se quedó sin frenos, cuesta abajo y se salvó por la mínima. Karl Rod
instauró su propio taller y comenzó a competir en las carreras, ya mayor,
porque el mundo de la gasolina y los motores le podían. Corrió con BSA, Norton y
BMW en sidecares, y en alguna ocasión con su mujer de copiloto aunque lo
habitual era verlo subido a una Ducati 250. El accidente más grave lo tuvo despeñándose
por una ladera de la montaña con una BMW con sidecar en el que el copiloto
salió indemne aunque gravemente herido. Una operación complicada de estómago
proveniente de ese accidente lo apartó definitivamente de las carreras. Murió
sentado tranquilamente viendo la tele años más tarde, en la mitad de los 80. Su
hija me pasó varios folios de sus anécdotas pero… para ..una “peli” sería suficiente .¿no?
"Aquellos chalados.....".
ResponderEliminarGracias, solo puedo dar las gracias porque siguiendo su blog y sobre todo el apartado de "Mis queridos fantasmas" me han evocado mis comienzos en la moto y todo lo que rodea, carreras,pilotos...
ResponderEliminarEn algunos relatos incluso lo es he vivido en primera persona, soy de Gracia precisamente he nacido en Riera de San Miguel y de chaval me tiraba largos ratos mirando ese taller. De nuevo muchas gracias
Y es que la Riera de San miguel, no está cercana a Gràcia como dice el Blog, es Gràcia y lo ha sido toda la vida.
ResponderEliminarMuy bonita y emocionante la "pequeña" historia que nos has relatado, que tiempos...
ResponderEliminargracias.
Como todo lo qué escribes...Buenísimo.
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